Hace tiempo leí una reflexión sobre la capacidad de ser flexible. El roble un enorme, majestuoso y fuerte árbol, tiene más posibilidades de romperse ante una tormenta, a diferencia del bambú, que es flexible y capaz de moverse con el viento.
Y esto nos lleva a comentar sobre nuestra siguiente competencia de autogestión, la capacidad de ser flexibles y adaptarnos al cambio. La adaptación al cambio implica la capacidad para asumir y acomodarse a diferentes situaciones, personas, cambios en los procedimientos, imprevistos. La persona capaz de adaptarse, ve los imprevistos y los cambios como oportunidades para aprender, ganar experiencia y crecer.
Sin embargo, como seres humanos nos sentimos más cómodos con la estabilidad, y nos resistimos al cambio. Nuestra experiencia previa, nuestros esquemas mentales, nuestros estereotipos y nuestros hábitos, nos dificultan el cambio. Y la única constante en la actualidad es el cambio.
Mantener una actitud abierta, positiva, curiosa y aventurera, obtener información acerca del cambio, analizar la información e identificar las ganancias personales y profesionales que trae consigo, son prácticas útiles para afrontar y superar el cambio y la transformación. Además, no basta con adaptarse el cambio, hay que dar un paso adelante y anticiparse al cambio. Ver más allá.
Finalmente recordemos que «el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional». La resistencia ocasiona sufrimiento. Abracemos el cambio, seamos flexibles y capaces de adaptarnos. Y cuando pase la tormenta, seguiremos de pie como el bambú.
Gaby Farías
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